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El CNA no forma parte del Gobierno. Es una instancia de sociedad civil con personería jurídica, duración indefinida y patrimonio propio, dedicada a prevenir, disuadir y combatir la corrupción en Honduras.

 

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Campañas

Aeródromos

La competencia de cuarto de milla comenzaría pronto. Todos estaban reunidos ahí para eso. Aquel domingo, la pista que generalmente parecía abandonada, estaba atiborrada de gente, vendedores, carros y mascotas particulares.

El calor sofocante de la costa amainó por unos minutos. Parecía que la pista exudaba vapor y más calor.  Pese a ello, la briza del océano parecía meterse tierra adentro para refrescar el ambiente. El bullicio estaba a tope. Los siguientes competidores estaban estacionando sus autos modificados para estar en posición para la carrera.

Había un ambiente de expectación en el ambiente. A pesar de que aquella era una pista de aterrizaje, a veces el alcalde de la ciudad les otorgaba permiso para realizar competencias de cuarto de milla y nadie desaprovechaba la oportunidad.

La gente se estaba acercando a dónde los carros se encontraban estacionados, todos formaban un círculo alrededor de los tres autos. Una chica sujetaba un pañuelo verde. Aquella vista parecía como sacada de una película de acción. Los conductores encendieron los autos y el ronroneo del motor resonó por sobre los chillidos de emoción de los espectadores. La mujer dejó caer el pañuelo verde y los autos arrancaron. Las marcas de las llantas quemadas quedaron imprimidas en el concreto.

Los tres conductores trataban de sacarse la delantera. Los gritos de la gente no hacían más que incrementar. Los autos se aproximaban a la marca de retorno, uno de los tres derrapó y salió de la pista quedando inmóvil en la periferia de la pista. Por un minuto, los espectadores se llenaron de conmoción, pero al ver que el auto solo había salido de la pista volvieron su atención a los dos carros que continuaban compitiendo.

La tarde siguió adelante sin accidentes. Varios carros compitieron entre sí durante las siguientes horas. Ya hacía las seis de la tarde, la gente vació la pista. Los vendedores levantaron sus carpas, dejando atrás latas vacías, vasos, platos y tenedores plásticos, envoltorios, sucio y contaminación. Había gruesas manchas de aceite de carro en el concreto. Era más que evidente que muchas personas habían pasado por el lugar.

Aquel lunes amanecía en la hermosa ciudad de Tela. La pista del aeródromo se veía desértica. A veces las vacas pasaban entre la pista para pastar en los campos, pero ese día estaba desolada. Lo único que permanecía era el calor, gritas en el concreto y ciertas plantas que se abrían paso hacía la superficie. El silencio parecía palpable en ese lugar.

Así era en todos los aeródromos esparcidos por el territorio nacional. Aunque algunos recibían vuelos pequeños, algunos pasaban desolados, como esperando a ser utilizados. Las estaciones que habían diseñado para hacer de plataformas de pasajeros estaban desoladas. Quizá el tiempo habría saludado de poder materializarse. Sin el bullicio, sin la gente y sólo con el concreto abandonado, los aeródromos eran parte de las obras inconclusas del Estado.

 

***  

Choluteca, Choluteca; Celaque, Lempira; Tela, Atlántida; Río Amarillo, Copán; El Aguacate, Olancho; son cinco aeródromos repartidos en el territorio nacional. Cada uno de ellos está ubicado en zonas específicas. En sus primeros pininos, el proyecto fue pensado para interconectar, vía aérea, al país y potenciar posibles vuelos internos, ya fueren comerciales de veinte personas o de la fuerza aérea. Lo que podría parecer un proyecto altamente importante para el desarrollo interno del país, ha quedado relegado a un olvidado segundo plano.

A pesar de que estas pistas deben ser utilizadas para el despegue y arribo de aeronaves, tanto las Fuerzas Armadas, como las alcaldías municipales de las ciudades dónde se encuentran, han cedido el permiso para que se celebren carreras de milla. En varias de ellas, se han celebrado eventos de ese tipo y las marcas que han dejado son evidentes. Las marcas de las llantas quemadas, las gotas de aceite de carro y los residuos físicos dejados atrás por las personas que pasan por la zona.

La inversión ha sido millonaria. Aproximadamente $21,591,347.22 fueron utilizados para la construcción. Solamente en la pista de Celaque, en Lempira, la inversión hasta el momento asciende a los $3,295,521.26. En cambio, la pista más costosa ha sido la de Río Amarillo, en Copán, con un costó estratosférico de $13,596,055.11 hasta el momento.

Más adelante, cuando estos proyectos ya tenían un tiempo de haberse construido, la Asociación Hondureña de Aeronáutica Civil presentó informes de evaluación acerca del estado. Las deficiencias son numerosas y son reincidentes en varias de las pistas. Algunos incluyen la falta de señalización apropiada, la inexistencia de guías para el aterrizaje de las aeronaves, incluso las designaciones de los límites de la pista incumplen las normas internacionales. Otras deficiencias incluyen maleza alta entre las franjas, fallas en el concreto como grietas transversales y longitudinales, desintegración del concreto, agujeros, etc. Para hacer los arreglos necesarios de cada una, se volverá a necesitar millones de lempiras y mucho más de lo que ya se había destinado para su construcción.

Los aeródromos representan, junto a muchas otras, obras a las que se les ha invertido mucho y que se mantienen abandonadas o a medio uso. El gasto excesivo de los recursos públicos ha sido el factor común de estas obras incompletas. La corrupción no se trata sólo de los millones de lempiras que pueden ser robados de instituciones públicas, sino de las obras inconclusas, cuyo presupuesto prometía obras sólidas y de alta gama, pero al final no se asemeja a lo propuesto. En Honduras la corrupción tiene muchas caras, estadios, hospitales, casas, represas y aeródromos.

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