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El CNA no forma parte del Gobierno. Es una instancia de sociedad civil con personería jurídica, duración indefinida y patrimonio propio, dedicada a prevenir, disuadir y combatir la corrupción en Honduras.

 

Consejo Nacional Anticorrupción (CNA)
Colonia San Carlos, calle República de México
Tegucigalpa, Honduras
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Campamento Patuca III

Unos hombres y mujeres con chalecos y zapatos bonitos contaban las casas que había en la comunidad. Habían preguntado si había energía eléctrica. Aunque pocos sabían qué significaba eso, todos en la comunidad apoyaron al grupo mientras visitaban cada casa, guiados por Don Walter.

Don Walter les dio información de todos mientras que los niños de la comunidad los acompañaron llenos de curiosidad, esperando para ver qué harían realmente ahí. Al finalizar la jornada, Don Walter los llevó a su casa para darles de comer. Comidita humilde, les decía Walter, con pena.

El grupo de personas se retiró poco después de comer. Mucho tiempo pasaría para que algunos pobladores entendieran porque acudían esas personas a la comunidad. Con el tiempo, la gente olvidó su visita. Así les pasaba ahí. Llegaban grupos de personas a hacer estudios, visitas, brigadas, pero nunca nada ayudaba realmente.

Las necesidades básicas no estaban cubiertas. Los pobladores no conocían la energía eléctrica, ni mucho menos el agua potable. Todas las familias tenían alguno que otro foco de mano y el agua lluvia era la forma de recolección de agua. Les faltaba todo, pero se habían acostumbrado a vivir así. Hasta que los niños eran grandes y visitaban otros poblados era que conocían lo que era la electricidad y el agua potable.

Sin embargo, una tarde, unos hombres desconocidos llegaron a instalar un primer poste para poder iniciar las conexiones al cableado público. El alcalde había llegado mientras hacían todo el trámite para prometerles que pronto se les electrificaría la zona. Para el asombro de la comunidad, aquella cosa se elevaba hasta tocar el cielo.

La noche de ese día, Doña Linda dio a luz a Estela. La instalación del poste era lo más interesante que había sucedido en esa comunidad en muchos años, pero sus vecinos eran supersticiosos y decían que el nacimiento de la niña vaticinaba algo bueno.

Cuando ya tenía cuatro años, a Estela le gustaba observar el poste. La niña pasaba horas parada o sentada, inamovible y llena de curiosidad frente al poste. Los adultos hablaban de electricidad, conexiones, focos, luz, pero ella no entendía nada de eso. Nunca había salido de la comunidad tampoco, así que no sabía como se veía. La curiosidad se la comía, ¿cómo se vería aquella luz de la que tanto hablaban?

A medida pasaban los años y avanzaba el tiempo, Estela siempre se detenía a ver el gran poste. Lo habían ubicado en la entrada de la comunidad, entonces cada vez que alguien pasaba podía verlo. Ese era un recordatorio del tiempo, de que a pesar de que la humanidad avanzaba, su comunidad seguía congelada en el tiempo.

Aquel poste vio a Estela envejecer. La vio dejar de ser una niña y convertirse en adulta. La vio de doce años, la despidió y recibió de regreso en la comunidad la primera vez que salió de ella. No fue hasta esa edad que supo lo que era la electricidad. El poste la vio unirse con Pedro. La vio salir de emergencia al centro de salud la primera vez que iba a dar a luz. La vio corretear a su primer hijo, al segundo, al tercero y al cuarto. La vio salir y volver a la comunidad con sus hijos enfermos, la vio perder a su cuarto hijo, el poste fue testigo de la vida de Estela.

Estela nació, creció y murió mientras el poste observaba desde la entrada de la comunidad. Aquel madero era la imagen de una promesa incumplida, porque la electricidad nunca llegó a su comunidad. Los sesenta y seis años de Estela se sumaron a las décadas de atraso que tenía la comunidad.

No fue hasta diez años después que la comunidad fue conectada a la civilización. Los hijos de Estela fueron beneficiados y recordaron lo mucho que su madre observaba el poste. Su hija siempre se sentía apesadumbrada. A pesar de que ahora tenían electricidad, ellos seguían en el olvido. Sus casas hechas de ramas y lona, sus pisos de tierra. En definitiva, una cosa nunca compensaría a la otra.

***

En pleno 2023, hay comunidades y zonas del país que aún no tienen fluido eléctrico, sin embargo, desde el 2015 el Plan de Nación de la República de Honduras señalaba como lineamiento estratégico la importancia de la generación de energía hidroeléctrica y otras energías renovables. Varios proyectos se aceleraron: Patuca III, IIA Y II, Los Llanitos y Jicatuyos y el Complejo Energético Valle de Aguán. Con la construcción de estas represas, se revertiría el porcentaje de producción de energía renovable, bajo interés público.

La Represa de Patuca III, un megaproyecto que prometió energía limpia, sostendría 577 millones de metros cúbicos de agua en su máxima capacidad, lo que generaría 104 mega watts por hora.

Para cumplir las propuestas energéticas, el Congreso Nacional de la administración de Juan Orlando Hernández creó mediante el Decreto Legislativo 276-2010, a través de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, la Ley Especial Reguladora de Proyectos Públicos de Energía Renovable y la Unidad Especial de Proyectos de Energía Renovable (UEPER). El objetivo de esta unidad era apoyar a la ENEE en todo lo relacionado a proyectos.

El 31 de mayo de 2011, la Unidad Especial de Proyectos de Energía Renovable (UEPER) invitó a empresas a presentar sus ofertas para la construcción de Unidades Viviendas del Campamento Base en el Proyecto Hidroeléctrico Patuca III. Diferentes empresas contratistas ejecutarían este proyecto, por lo que debían presentar sus ofertas antes del 13 de julio de 2011.

Más adelante, el 12 de agosto de 2011, la ENEE, a través de la UEPER, firmó un contrato por L 98, 171,991.18. Sin embargo, más adelante en junio de 2012, bajo una orden de cambio, se acordó reducir el área de construcción, dejando un monto de L 82,373,264.67.

El director ejecutivo de la UEPER y el representante legal de la empresa, firmaron en 2011 la ampliación No. 1 al contrato, suscrito el concepto de servicios generales, es decir de mantenimiento, con la justificación de que luego de la construcción sería necesario dar mantenimiento a los complejos habitacionales. Cabe mencionar, que cláusulas del contrato se modificaron sin seguir los procedimientos de la Ley de Contratación del Estado.

El valor la ampliación de este contrato era de L 1, 545,000.00 mensuales, por doce largos años. El monto mensual que se pagaría, sería únicamente para darle mantenimiento a las instalaciones, mediante el corte del césped y la recolección de los deshechos que se produjeran de un lugar aún no habitado. Sin eso ser suficiente, a la misma empresa se le adjudicó otro contrato, sin cumplir procedimientos, por L 20, 484,509.84, para la construcción de otras edificaciones. Con ese mismo mecanismo, se volvió a modificar el primer contrato, para la construcción del Edificio Administrativo, Escuela, Comedor y Clínica por un valor de L 11,260,933.75.

El contrato que inició con un presupuesto de L 82,373,264.67 alcanzó los L 203,788,958.80. Un burdo descaro que permanece incompleto, olvidado y destartalado. El perjuicio aproximado de la obra es de L102,528,897.97.

Desde el 2015, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), hizo las primeras denuncias al caso, pero en este país de olvidos e impunidad, el caso fue engavetado. Es hasta 2019 que, la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) y la Unidad Especial Fiscal Contra la Impunidad de la Corrupción (UFECIC) presentaron la línea de investigación contra los contratos irregulares para la construcción de estas viviendas.

Así como en la comunidad sin nombre de nuestro relato, muchas en la actualidad no tienen flujo eléctrico. Esas son personas hacia las cuales las autoridades tienen deudas insaldables. No basta sólo con electrificar a iluminar, sino velar porque estas comunidades, estas personas vivan con las condiciones mínimas. Eso es humano.

En pleno siglo XXI, el dolor que genera la corrupción es insondable. La oscuridad impera en los negocios y contratos que se han establecido en las administraciones pasadas, la sobrevaloración es la vieja amiga que los corruptos visitan para beneficiarse. Le dan la mano y la dejan pasar a sus secretarías, unidades y dependencias. Ese es el mecanismo, el círculo irrompible de la corrupción.

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