Oscar Aníbal Puerto
Gabriela Castellanos, “Gaby” para la inmensa colonia de sus amistades a la que me honro- y mucho- en pertenecer, es la actual comisionada del Consejo Nacional Contra la Corrupción (CNA).-Muchos han desfilado por ese cargo.- Perfectos inútiles y cobardes, incapaces de enfrentar a la corrupción. La presencia de Gaby en ese cargo, es un acontecimiento histórico y como tal, absolutamente plausible.
Según el eminente jurista español Guillermo Cabanellas, se entiende por corrupción “el acto de quienes estando investidos de autoridad pública, sucumbían a la seducción, como los realizados por aquellos que trataban de corromperlos… pero en el presente corrupción equivale a destruir los sentimientos morales de los seres humanos”.
Algunas organizaciones no gubernamentales de desarrollo (ONGD), han denunciado la corrupción. Sus argumentos son válidos: niños sin escuelas y sin maestros, a causa de la corrupción. Hospitales sin medicamentos y con escasez de médicos y personal paramédico, déficit de vivienda (aproximadamente 3 millones de hondureños carecen de techo propio), hambre, miseria y dolor, son el resultado de la corrupción. Pero, a todo ello hay que agregar lo que dice Cabanellas, la corrupción está minando los sentimientos morales de la sociedad.
El corrupto es sujeto de “estimación”. Tiene cautivas las páginas mal llamadas “sociales” de los principales diarios del país. Ahí explayan sus frivolidades: los esponsales de sus hijos. Ahí sus cumpleaños. Ahí sus aniversarios de boda, ahí mil fruslerías más. Los corruptos han construido colonias residenciales que son un insulto a los tugurios en que habita nuestro pueblo. Los corruptos andan muy orondos en los centros comerciales, en horas laborales (otros trabajan para ellos). Los corruptos viajan más que los pilotos y las azafatas y conocen los vericuetos lícitos e ilícitos de Miami; “la cuidad estelar de maravillas”, como la llamó el poeta.
Los corrutos pertenecen a los principales clubes sociales. Se han metido también al negocio del deporte. En las ocasiones feriales montan gallardos caballos de pura sangre. Algunos de ellos tienen la osadía de ser “Caballeros del Santo Entierro”, ¡pobre Cristo, ni sabe quiénes lo cargan! Asisten a las misas dominicales; se persignan. Rezan y dan limosnas en papel moneda de esos que llevan la efigie de Ramón Rosa, el reformador.
A esta mafia de desalmados se ha enfrentado Gabriela Castellanos. Ella es una mujer joven. Abogada de profesión.Agraciada, de fino trato a sus semejantes. Madre de un hijo inteligente y bello. Hay que apoyar sus accionar prócer. Todas y todos debemos hacer un nudo para proteger, tanto a Gaby como al abogado Dagoberto Aspra, honra del Foro Nacional y a la junta directiva que los apoya.
Fuente Diario El Tiempo, 05 de Octubre de 2014